Recordemos por un momento a Luis Herrera, un gran ciclista colombiano, quien en cierta ocasión ganó una etapa del famoso Tour de Francia, subiendo primero al premio de montaña “fuera de categoría”, pero descendiendo se cayó, y él se levantó con su rostro lleno de sangre, se montó en su bicicleta y logró ganar esta importante etapa, sin duda, esta victoria requirió esfuerzo y mucho valor. Podemos recordar también que cuando Josué, el líder de Israel, debe dirigir la conquista de la tierra de Canaán, Dios le dijo: “esfuérzate y sé valiente”. La verdad es que ningún desafío significativo está ausente de esfuerzo, perseverancia y valor…     

DIOS TE DICE: ESFUÉRZATE Y SÉ VALIENTE

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” Hebreos 12:1-2.

La vida en Cristo es muy semejante a una carrera, y una cosa que debemos hacer para correr bien es quitar los impedimentos u obstáculos que hayan en el camino. Debemos aquí hacer la diferencia entre peso y pecado. El término peso aquí, viene del término griego onkos, que además traduce: masa, carga, bulto, estorbo, implica doblarse o encorvarse por la carga, y “debemos despojarnos de eso” (hablamos de preocupaciones, ansiedad, angustia, falta de perdón, culpa, entre otros); y del pecado “que nos asedia (quiere decir aquello “que nos enreda”, “que distrae con facilidad”, “que obstruye”), es decir soltemos las cargas para correr livianos, y evitemos el pecado que nos puede hacer tropezar y caer. Debemos decir como el apóstol Pablo “Prosigo a la meta,al premio en Cristo Jesús”.

Ante el desaliento, procuremos inspirarnos en el Señor Jesús. Él es nuestra máxima fuente de inspiración. Jesús enfrentó muchas cosas como: oposición, tentación, calumnias, rechazo y traición, y debemos considerar todo esto para no desanimarnos, por eso el pasaje bíblico también nos dice: “Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores”.

El texto en el versículo tres nos dice “Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado”, resistir aquí no es aguantar, el término griego traduce literalmente: “enfilar tropas en contra de” “oponerse”, nos habla de una actitud valiente y que se opone a la maldad y a las obras de las tinieblas (Pensemos por un momento en los mártires del primer siglo, o en los cristianos en países musulmanes). Definitivamente la carrera de la vida cristiana requiere esfuerzo y valentía, virtudes que encontramos en la comunión con nuestro Dios.

CONCLUSIÓN: Dios es nuestra fuente de fortaleza, él ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Confiemos en él y en el poder de su fuerza, avancemos confiado en Su poder y presencia. Dios te dice: Esfuérzate y sé valiente.

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1.   CUANDO EL MANÁ DEJÓ DE CAER

2.   JOSUÉ Y EL VARÓN CON LA ESPADA DESENVAINADA

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