Dios cuida a su iglesia
“Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (2 Corintios 1:1-2).
Pablo comienza expresando la iniciativa del creador respecto a su ministerio: “llamado a ser apóstol por la voluntad de Dios”. Sin duda es una expresión dirigida a los corintios que discutían y ponían en duda el derecho y autoridad del apóstol para hablar y dar instrucciones a la iglesia en Corinto…
El término apóstol se traduce del griego “apostolos” que significa: enviado, delegado, mensajero. Es decir Pablo era un enviado por Dios mismo con un mensaje especial, delegado con poder y autoridad de Cristo. Pablo deja claro que no fue una iniciativa propia el ser apóstol sino que Dios lo llamó, ungió y capacitó para tal oficio divino.
La frase “iglesia de Dios” les recuerda y a nosotros también que la iglesia no es de ninguna denominación o persona, la iglesia fue comprada a precio de sangre (la de Jesucristo) por eso sólo le pertenece a Dios, y de manera única y sobrenatural cuida de ella.
Dios fortaleza nuestra en la tribulación (1:3-7)
Es muy importante destacar los títulos con los que Pablo presenta a Dios aquí: “Padre de misericordias” y “Dios de toda consolación” (versículo tres) pues nos hace recordar que Dios es Padre no sólo que corrige sino que es uno que comprende a sus hijos y tiene de ellos compasión. También es Aquel que en medio de la prueba y de la crisis consuela y por tanto fortalece al creyente.
Todo hijo de Dios vive diferentes etapas en su vida, unas de gozo y otras de formación, pero en todas ellas el Señor tiene cuidado de sus hijos. La consolación de Dios es comprensiva e intencional, pues en él tenemos ayuda y fortaleza en todo tipo de tribulación para que podamos fortalecer y animar a otros que también enfrenten tribulaciones.
Las aflicciones de Cristo (versículo cinco) nos habla de aquellos sufrimientos que vivió el Mesías haciendo la perfecta voluntad del Padre, y así como él fue fortalecido y consolado también nosotros en éste caminar de fe ante las dificultades seremos ayudados y fortalecidos por la mano de Dios.
Por Pastor Gonzalo Sanabria.
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